martes, 28 de mayo de 2013

No duermo, luego escribo


Esta noche un viejo conocido ha venido de visita y, como suele ser su costumbre, no me deja dormir. Se trata del viejo insomnio, por supuesto, que además suele venir acompañado de mil cosas que se agolpan en mi cabeza pugnando, todas ellas, por ver cuál ocupa la mayor parte de mis pensamientos. Vamos a ver, ¡que no son horas!
 
Pero el caso es que ahí están. Me han seguido hasta Alemania, donde hace ya un año y casi un mes que vine, pensando que los dejaría alejados de mí. ¡Ja! Qué ingenua es esta tortuga... En fin, que con el objetivo de ocupar mi tiempo hasta que mis neuronas decidan que hay que parar un rato y entren en modo stand-by, heme aquí escribiendo a horas a las que hacía mucho que no escribía posts (bueno, lo de escribir posts hace tiempo que lo hago de uvas a peras, en cualquier caso, pero aún más infrecuente es escribirlos a menos de cinco horas de que suene el despertador para anunciarme otro día que he de ir al curro). Pero voy a escribir lo que me rondaba por la cabeza cuando empecé a escribir este post y que quería compartir con mis estimados lectores, que divago.
 
Este pasado fin de semana he visto en youtube una entrevista a Mike Oldfield en la que contaba que de una situación familiar jodida, él se refugió en la música. Al parecer, y no es el único artista que se ha desarrollado en esas circunstancias, en la música podía crear su propio mundo y evadirse de la realidad que le rodeaba y con la cual era duro convivir. Es un punto interesante, ¿no creeéis? Que alguien desarrolle su creatividad como forma de irse a otros mundos diferentes del nuestro.
 
Y creo que en realidad todos tenemos algo de eso. Hay cosas con las que no estamos conformes, y cada uno tiene su manera de refugiarse en mundos que no son de este mundo. La pintura, el dibujo, la lectura, la música... Quienes logran desarrollar su creatividad acaban siendo los artistas, claro está. Hacen arte y son el arte. Y los demás, pues... hacemos uso del arte como vehículo (vamos a través de él, o con él, no sé si me explico).
 
Y hablando (o mejor dicho, escribiendo) de cosas con las que no estamos conformes... quisiera mencionar algunas. Estamos en un momento en que el desmadre ha llegado a cotas sobrecogedoramente elevadas. Nos manipulan, nos apalean, nos recortan los presupuestos para cosas esenciales que ha costado muchísimo tiempo conseguir y que en poquísimo se van a ir al garete (¡con lo que cuesta construir, y lo rápido que se destroza!), y nosotros seguimos como borregos. Seguimos votando a "tal" o a "cuál", creyendo que el cambio traerá mejoras. ¡Y un huevo de pato! Aquí el siguiente que se sienta en la silla no deja de ser un chorizo y un cantamañanas que se aprovecha cuanto puede de estar en la silla. ¡¡Y no abrimos los ojos!!
 
Pero no se vayan todavía, aún hay más. Nos estamos volviendo gilipollas y menos humanos. Sí, sí, no se escandalicen. Es así, lo miremos por donde lo miremos. Hace un rato (o ya por la hora que es debería decir que fue ayer), he leído en el blog "En continua comunicación" un post que me ha dejado de piedra y con la moral por los suelos. La semana pasada, durante el asesinato del militar en Londres (en un lugar público, delante de un montón de gente y a plena luz del día, no lo olvidemos), la gente, en lugar de ir a intentar evitar la desgracia o de ir a atrapar a los asesinos para llevarlos a la justicia, ¿qué hacía? Adivinen, adivinen... ¡¡Filmar y fotografiar el asesinato en directo!! Pero por el amor de Dios, ¿¿qué droga nos han dado para volvernos así?? O sea, ¿preferimos tener la exclusiva y enseñarla a los colegas y colgarla en youtube a evitar un asesinato o, en su defecto, a que los agresores sean llevados ipso facto a la justicia, que es lo que se merecen? Por favor, qué vergüenza pertenecer a esta especie. Y encima iremos de que "estamos en la era de la información" y bla bla bla. Como si el asesinato en sí no fuera suficiente. Anda que no...
 
Eso va por un lado. Por el otro, nos hemos montado una especie de Mundo de Yupi del buen rollito que no se corresponde con la realidad. Siguen habiendo guerras por todo el planeta, y otras mil y una desgracias y calamidades, pero los medios de comunicación sólo hablan de lo que esté de moda (que puede ser una desgracia, sí, pero solamente se habla de una hasta la saciedad y acaba por aburrir) o de lo que les interese en un momento dado, este es uno. Hay que joderse. Pero ojo, que las noticias de desgracias van seguidas de superanuncios de "cómprese este coche, que va a ser superguay y ligará la ostia", sin que al canal de TV de turno le tiemble el pulso ni le entren retortijones. Que sí, que irse de la dura realidad un poquito es una forma de no deprimirse, pero por favor, un poco de medida, que vamos de un extremo al otro y el telespectador no lo puede asimilar con tanta rapidez... ¿O quizá sí, y precisamente por eso, porque uno se acaba acostumbrando a asimilar esos contrastes tan brutales, acaba por insensibilizarse? ¿Y lo rápido que estamos mandando al carajo este planeta, que es nuestro único hogar y deberíamos mantenerlo cuidado en vez de tratarlo como si en lugar de cobijo nos diera una somanta palos? Vale, ya paro. La lista podría seguir, pero entonces me sonaría el despertador y aún estaría enumerando cosas...
 
En definitiva, da miedo en lo que se está convirtiendo el ser humano. O acabamos muy mal, o viene algo que nos suelta un sopapo de los de cágate lorito para que recuperemos ciertos valores que hoy en día sólo se encuentran en las novelas de ciencia ficción. Que Roma no se construyó en un día, pero sí cayó en muchísimo menos tiempo del que hizo falta para levantarla.