martes, 11 de noviembre de 2014

Huyendo conmigo de mí


Tras cinco años, Fito Y Fitipaldis han sacado nuevo album. Hip hip, hurraaaaaaa!!! :D

Y es que prefiero que tarde cinco años en sacar un nuevo disco y la espera valga la pena. Porque realmente es un discazo. Diez nuevos temas llenos de música de la que cuesta encontrar hoy en día (discúlpenme por la nostalgia, me debo de estar haciendo mayor, jejejeje, que mis recién estrenados 37 están ahí, XD).

En resumen, diez canciones que me encantan:

1. Entre la espada y la pared
2. Lo que sobra de mí
3. Pájaros disecados
4. Nos ocupamos del mar
5. Nada de nada
6. El vencido
7. Garabatos
8. Lo que siempre quise hacer
9. Umore ona
10. Después del naufragio

La primera, una tranquila "road song" muy fitera (para mí, innegble la influencia de Knopfler, JJ Cale, Clapton y ese tipo de artistazos). La segunda, muy en su estilo y con algo más de ritmo, notándose los riffs rítmicos distorsionados del experto maestro Carlos Raya (como en temas anteriores tipo "Viene y va" o "Qué necesario es el rock and roll"). La tercera, de nuevo en ese estilo tan característico de nuestros queridos Fitipaldis, recordando al "Me equivocaría otra vez", al "Me acordé de ti" o al "Conozco un lugar". La cuarta es la versión del album, se nota que los Fitipaldis se han currado una versionaca, :D La quinta es aún más "Viene y va" y "Qué neceario es el rock and roll" que la segunda, con más ritmo aún. Se nota que según va avanzando el disco se va animando la cosa, XD

La sexta es la primera balada como tal del album, y cómo no, no podía fallar, muy bonita. Muy "cincuentera". La séptima es la más movidita. Es, rítmicamente hablando, la "Deltoya" o la "Todo a cien" de este disco, a mi modo de ver, ^^ La octava es un auténtico homenaje al "rythm and blues", con harmónica y todo. Si tuviese la ocasión de darles ideas para el vídeo de este tema, les diría que molaría mil que los Fitipaldis apareciesen vestidos como los Blues Brothers, jejejeje. La novena es la instrumental, muy divertida, como ya lo fueron "214 Sullivabn Street" o "La cuisine de Bernard", con un toque a lo Django Reinhardt. Y la décima, otra baladita, esta vez muy estilo Clapton, para cerrar un disco que se puede escuchar mogollón de veces (como los anteriores, claro). 

Ahora a esperar al concierto del 20 de diciembre en el Palau Sant Jordi, qué ganas de volver a ver a los Fitipaldis en directo. Musicazos todos ellos, siempre ofrecen un show fantástico. ¡Vivan los Fitipaldis, y viva el rock and roll!

jueves, 11 de septiembre de 2014

Sin moneda para Caronte (Arturo Pérez-Reverte, 18 de julio de 1993)



Lo copio y pego tal cual, es una reflexión realmente profunda y con la que comulgo bastante... Grande, Don Arturo, grande, XD


"Me sorprendió la cara de estupor de mi amigo: desencajada, incrédula. Como si le estuvieran gastando una broma pesada.

-¿Muerto...? ¿Que P. ha muerto? ¡Eso es imposible!

Insistí en el asunto. No sólo es posible que la gente se muera, sino que ocurre con lamentable frecuencia y puntual seguridad a más o menos largo plazo. El común amigo acababa de fallecer de un infarto. Algo muy penoso, en efecto. Triste e inesperado. Pero en cuanto al hecho, al suceso concreto, resultaba real e inapelable.

- También un día te tocará a tí -añadí-. O a mí.

-¡No digas barbaridades!

No digas barbaridades. Me quedé dándole vueltas al comentario y, como ven, todavía sigo haciéndolo. Mi amigo, el del comentario, es un hombre culto, con sentido común. Con esa cierta madurez que dan los años y la vida. Y, sin embargo, la posibilidad de palmar de un infarto se le antoja una barbaridad. Mi amigo tiene una casa, un BMW y una carrera, un par de cuentas bancarias en condiciones, una mujer muy guapa y dos hijos adolescentes con toda la vida por delante. Todos irreprochablemente sanos y felices, dichosos por vivir sumidos en un mundo confortable y en colores suaves. Dolor, muerte, son palabras lejanas, distantes, escritas en otro idioma. Sólo pueden -deben- pronunciarse respecto a otros.

Es curioso. Estamos en un tiempo y unos hábitos en que nos comportamos, vivimos y conversamos entre nosotros igual que si nunca fuese a cogernos el toro. Atrincherados en una barricada de eufemismos, miramos reflejados en el espejo nuestros cuerpos Danone como si éstos tuviesen la perennidad del bronce. Términos como fragilidad, provisionalidad, sufrimiento están desterrados del vocabulario oficial. Vamos por el mundo y por la vida sin moneda para el barquero Caronte en el bolsillo, como si nunca tuviésemos que acercarnos a la orilla de ese río de aguas negras que todos hemos de franquear tarde o temprano. El dolor, la vejez, la muerte, no tienen que ver con nosotros. Parecen exclusivo patrimonio de tipos distantes, más o menos exóticos, de esos que salen en el telediario: los chinos, los maricones con sida, los negros de Somalia, los moros que se ahogan en pateras cruzando el Estrecho. Esos desgraciados bosnios de los Balcanes. Nosotros no. Nosotros somos guapos, fuertes, sanos. Inmortales.

Uno lo piensa a veces, cuando ve a un descerebrado adelantando en zigzag a bordo de un frágil cochecito al que cualquier fabricante canalla y sin escrúpulos le ha instalado un motor de dieciséis válvulas. Cuando observa a Borja Luis engominado, con elegante atuendo y carísima cartera de piel, enarcar una ceja en su asiento de primera clase mientras, cosmopolita, le pide champaña a la azafata del vuelo Madrid-Londres. Cuando ve a Rosamari con ese cuerpazo de veinte años que Dios le ha dado pasar por la calle haciendo temblar los vidrios de los escaparates, convencida de que va a seguir así toda la vida. O al ministro, al director gerente, al fulano o fulana de moda, posando ante los fotógrafos como si Dios acabara de darle una palmadita en el hombro.

Voy a confiarles algo: la vida es un cartón de bingo en el que siempre nos cantan línea antes de tiempo. Felipe González va a morirse un año de éstos. Y Carlos Solchaga. Y Marta Chávarri. Y Mario Conde, Isabel Preysler y el que suscribe. Ninguno de los citados estará vivo, seguramente, para el 2043, que se encuentra, prácticamente, a la vuelta de la esquina. Tampoco -no crean que van a escaparse- ustedes mismos, porque ésa es una rifa en la que todos llevamos papeletas. Pero eso, que parece tan obvio, vivimos sin asumirlo, sin reconocerlo. Desterramos lejos a los ancianos, a los que sufren, a los enfermos y a los muertos. Vivimos en un mundo analgésico, tranquilos, seguros. Somos guapos e inmortales, drogados con lo mucho que nos queremos a nosotros mismos. Somos la biblia en verso, a cámara lenta y con música de anuncio de ron Bacardí. Du-duá. Du-duá.

Grave error. En realidad, nuestro certificado de garantía es tan frágil que no duramos nada. Deténganse un momento a leer la letra pequeña: basta saltarse un semáforo, bajar al cajero automático y tropezarse con un navajero de pulso alterado por el mono. Basta que al mecánico de vuelo se le olvide apretar una tuerca, que un virus nos roce la piel, que un cortocircuito incendie de noche la cortina o que un tipo al que acaban de despedir de su empresa entre en la pizzería donde estamos con los niños, empuñando una escopeta del doce cargada con posta lobera. Uno puede bajar de la acera y no ver un coche, resbalar bajo la ducha, tener un trombo juguetón haciendo turismo por el corazón o por el cerebro, y entonces va y se muere. O sea, fallece. Palma. Desaparece. Pasa a mejor vida o no pasa a ninguna en absoluto. Y entonces va un amigo y le dice a otro: «¿Sabes que Fulano se ha muerto?». Y el otro, que acaba de tomarse una copa con el extinto, o que ayer, sin ir más lejos, lo vio con un aspecto estupendo, va y responde: «¿Fulano? ¡Imposible!». Eso es lo que dice, el muy cretino. Absolutamente seguro de que esa vulgaridad no puede ocurrirle a él."

sábado, 28 de junio de 2014

Quisiera...


Quisiera traerte luz en los momentos en que te ataque la oscuridad...
Quisiera ahuyentar tu tristeza...
Quisiera arrancarte una sonrisa cuando creas haber olvidado cómo sonreír...
Quisiera encontrar el modo de aliviar el dolor que a veces reparte la vida...


No soy mago ni hechicero, pero creo en la magia de la amistad y puedo ofrecerte mi apoyo, un abrazo para recordarte que estoy a tu lado, una payasada para reírme contigo, y todo mi cariño. Para que sepas lo que ya sabes: que también me tienes en este mundo cuando me necesites. En fin, que you will never walk alone. Tienes un elfo y una elfita, una familia y amigos que te loviamos, entre los cuales se encuentra esta tortuguita rockera que hará cuanto esté en su mano para apoyarte siempre. Todos te queremos una jartá y, sabiendo lo fuerte que eres, queremos poder darte más fuerzas si estas te fallaran.

Petoneeeeeeets! ^^

viernes, 20 de junio de 2014

Bourbon!!!



Hace 300 años, aproximadamente (exactamente, será el 11 de septiembre del 2014), que tenemos a los Borbones reinando en estas tierras. Fue aquél día de septiembre de 1714 cuando las tropas de Felipe V de Anjou entraron (¡¡por fin!!, debieron pensar, tras un largo asedio) en Barcelona, el último bastión de los Habsburgo en la Península Ibérica, para arrasarla y saquearla, y tomarla para la dinastía borbónica, junto con el resto de territorio peninsular (salvo Portugal, claro). Y desde entonces, que se dice pronto.

Pero lo peor de todo vino un siglo después, cuando dejamos pasar una oportunidad de oro para dejar de tener una monarquía chupando del bote. No fueron capaces nuestros antepasados de seguir el ejemplo de nuestro país vecino según se va hacia el norte. Y mira que llevábamos siglos así, aguantando mecha, y ya era el momento de cambiar las cosas. Pero no. Fuimos poco listos y nos fastidiaron con descaro.

Posiblemente la guerra contra la Francia del Bonaparte es uno de los despropósitos más grandes de la historia de Hispania. Porque ya me diréis. Un tipo que después de toda la movida de la Revolución Francesa se acaba autoproclamando Emperador, que ya tiene guasa, nos pone un rey, hermano suyo pero por lo menos bastante progre, y nadie se da cuenta de que al menos podremos gozar de las ideas de la Ilustración (y que ese hermano no se dejaba manipular tanto como Napoleón hubiese querido, que no era la marioneta que Le Petit Caporal quería tener aquí para mandarnos como si se tratase de otra provincia de su particular imperio). Pero ahora viene lo más desagradable de todo. Los habitantes ibéricos la lían parda un 2 de mayo y entramos en guerra ni más ni menos que con el ejército de Napoleón, que duró sus buenos 6 años (1808-1814), y hubo unas consecuencias de lo más funestas para la historia de este chiste de país. Goya la clavó al pintar sus cuadros negros, su ánimo fue casi premonitorio de lo que se avecinaba.
 
Porque lo peor de todo, lo más jodido, fue lo que vino después de esa guerra que debió dejarnos de nuevo destrozados (la de hacía un siglo ya debió de hacernos bastante pupa). Porque en Cádiz, en 1812, se redactó una Constitución que para la época debía de ser la leche (seguro que habría cosas mejorables, pero vamos, que debió de ser la promesa, por fin, del comienzo del verdadero progreso). Y todos tan contentos con eso de "¡Viva La Pepa!", ya que la dejaron lista un 19 de marzo... Hasta que llegó el hijoputa más cabrón que haya llevado la corona en estas tierras, Fernando VII, y dijo que de eso nada, que qué nos hemos creído, que volvemos al absolutismo más absoluto porque lo digo yo y a callar. O sea, que cuando se colocó la corona empezó a hacer rebajas. Maldito el día en que tuvo que convertirse en rey. Desde entonces fuimos de mal en peor, tuvimos a este capullo jodiendo la marrana un montón de años, para que luego su frescachona hija, Isabel II, tampoco reinara para tirar cohetes, y luego, el desbarajuste más mayúsculo, constituciones que vienen y van, no nos ponemos de acuerdo ni en el color de la mierda, y así nos va. Hasta montamos una República que no duró ni un año (¡¡11 meses!!) y tuvo 4 Presidentes, para volver con las gilipolleces, incluso con alguna dictadura por en medio.
 
Y así llegamos al siglo XX, que qué vamos a contar, con una Segunda República que duró lo que duró (lástima de no haber sabido tener una actividad parlamentaria adecuada y lo suficientemente bien organizada, supongo), que fue enviada a freír espárragos por el ejército sublevado y dirigido por "un fresco general que venía de Galicia". Mala hora tuvo que ser aquella en que acabó la Guerra Civil, triste, terrible y destrozadora de familias, con la Segunda República despidiéndose de la Historia y la Dictadura diciéndonos que muy buenas, que no estoy de visita y me vais a tener que aguantar una jartá de años. Y por si fuera poco, ¿qué dictó el Inaugurador de Pantanos? Que cuando él muriera, que volvían los Borbones. Manda huevos...

Sólo tuvimos un poco de suerte con El Rey Don Juan Carlos, pues al menos jugó un papel importante en la Transición y nos salvó el culo el 23F diciendo que de golpe de estado nada, que seguíamos por el camino de la democracia y los exaltados, que se calmaran. Reconozcamos estos méritos al hombre. Pero claro, el resto de la Familia Real que mantenemos los contribuyentes con parte de nuestros impuestos, como que dan bastante hartura. Después de tantas peripecias, seguimos teniendo monarquía, y no hacemos nada para dejar de tenerla. Hasta cotilleamos con la nueva Coronación, las Bodas Reales cuando las hay, etc, etc. Si es que no sólo no tenemos remedio, además parece que no queramos tenerlo.

300 años separan al quinto Felipe del sexto, el que hoy empieza a reinar, y si bien muchas cosas han cambiado, no dejo de preguntarme qué sentido tiene seguir teniendo un rey, la madre que lo parió y toda la ristra de infantas, infantes, primos, urdangarines y braguetazos varios... En fin, mejor lo celebro con un Bourbon doble (no sé si captáis el sutil juego de palabras, jejejeje), para ver si, con el permiso de Felipe VI de Borbón, dejo de pensar en este sinsentido nacional que llamamos monarquía. (¡¡Perdonad, pero alguien lo tenía que decir!!)

miércoles, 11 de junio de 2014

Cuando te sientes como una mierda...


Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!!!!

Dan ganas de poner a los Manowar a toda pastilla y mandar al mundo a hacer puñetas. No se sabe cómo ni por qué, hay momentos en que parece que todo el universo conspira para joderte la vida. Y uno es fuerte, pero no es Superman. Cuesta aguantar mecha, todo se hace cuesta arriba. Y encima ¿para qué amargarse la vida, si son cuatro días y dos son puente? 

Pero hay veces en que parece que cae la avalancha de golpe, y la actitud de "yo estoy por encima de esas chorradas" se va al garete. Una mala tarde la tiene cualquiera, claro, pero cojones, un poquito de buena fortuna de vez en cuando no viene mal. Y no es que todo sea mala pata, hay que saber valorar la buena fortuna que nos toca en suerte a cada uno de nosotros, pero lo que es mejorable, por qué no hay manera de que mejore de una puta vez. Que la vida puede ofrecer muchas cosas mientras niega otras, pero en ocasiones da la impresión de que uno tiene una maldición inmerecida y se plantea qué se puede hacer para enviar a dicha maldición a freír espárragos.

Y entonces uno piensa que debe reaccionar, tomar decisiones con las consecuencias que puedan acarrear. Algo tiene que cambiar si uno no acaba de estar contento con ciertos aspectos de su vida. Pero claro, si existe un destino, no se puede eludir. No quiero perder la esperanza en que no hay un destino escrito, por eso, pero a veces parece que está ahí frente a nosotros, descojonándose de la risa a nuestra costa. 

¡Dos bofetones en la cara, Kamechan! Como dice la canción de Status Quo, "stand up and fight!" ¡No dejes de pelear! Imagina que eres como el boxeador que al sonar la campana sigue golpeando, sin rendirse, por muchas ostias que le hayan dado, sacando fuerzas de donde no las tiene. Porque no queda otra. Porque esto no es un juego, es una lucha diaria y va muy en serio. Endurece tu caparazón con más queratina, resurge de tus cenizas anímicas para salir más fuerte hasta el siguiente golpe. ¡Que no puedan contigo!

martes, 27 de mayo de 2014

El caparazón de la tortuga


El caparazón de las tortugas se forma a partir de una drástica modificación en el desarrollo de la caja torácica y contiene 50 huesos dermales que no están presentes en ningún otro grupo de vertebrados. Está formado, pues, por una parte de endoesqueleto de huesos dermales y por una epidermis córnea externa protectora formada a su vez por varios escudos rígidos que acumulan beta-queratina...

De vez en cuando recuerdo la época en que yo era pequeño y abría la tapa del yogur o las natillas de turno, lamía el interior para leer lo que ponía, cruzando los dedos para que me tocara regalo... y la mayoría de veces sólo encontraba aquél decepcionante "sigue buscando".

Eso es la vida: desarrollar un caparazón con cada "sigue buscando" que te encuentras en la cara interior de la tapa del yogur o las natillas de turno, tras haber lamido dicha cara para leer el mensaje. Generar capa tras capa de queratina para fortalecer el escudo epidérmico protector. Es como el sistema inmunitario, que después de cada catarro nos hace más fuertes, hasta la siguiente infección, y así sucesivamente.

Caerse, levantarse, evaluar los daños y curar heridas si es necesario, y seguir adelante hasta el siguiente tropiezo.

Llega un momento en que uno no sabe si al final se volverá insensible a los golpes, aunque seguimos siendo cuerpos con menos resistencia al impacto que el suelo que nos mantiene atados al mundo. Se puede llegar a relativizar tanto, y a aceptar lo que venga sin dramatizar. Casi se puede uno anticipar a los hechos y evitar la caída total, llevándose sólo un resbalón y un "uyyyyyyyyyyy, por poco".

Al final es casi la Palabra: aceptar lo que hay, guste o no guste. Asumirlo, en definitiva. Y no por ello renunciar a vivir como uno crea que debe vivir. A ser uno mismo como es, con sus defectos y sus virtudes, sin renunciar a la esencia que nos define a cada uno como individuo. Y a seguir caminando como si nada, con la cabeza bien alta, XD


Hace un año que no escribía en este blog. Cómo pasa el tiempo y cómo pasa la vida... Buenas noches a tod@s, ^^

Kamechan