sábado, 10 de octubre de 2009

Insignificantes


No somos nada. Ante la inmensidad del universo, uno se siente taaaaaaan pequeño. ¿No es una muy buena lección de humildad? Vivimos nuestras vidas día tras día atareados como hormiguitas, dejándonos llevar por la vorágine del estresante mundo actual, con apenas tiempo para respirar hondo (pero eso es mejor hacerlo en la montaña o en cualquier lugar lejos de las grandes ciudades, porque para aspirar profundamente la inmunda polución, mejor nos ahorramos toxinas). Y creemos que somos importantes. Jajajajaja, ¡qué ignorantes!

¿Cómo nos atrevemos a llamarnos a nosotros mismos "organismos pluricelulares superiores"? Que somos organismos pluricelulares es totalmente cierto e irrefutable. Pero lo de que seamos "superiores" es una quimera, una ilusión. Claro, si comparamos un virus (la más mínima expresión de algo "vivo", aunque es tan simple que necesita infectar células para replicarse) con una bacteria (ya de por sí una célula totalmente autónoma para autorreplicarse) o una célula de levadura (siguiente eslabón evolutivo, de procariota a eucariota), lo que es incuestionable es que hay un avanze y un aumento de complejidad. Y si de ahí pasamos a los pluricelulares con diferentes tipos de células especializadas en funciones muy concretas, como lo son los hongos, las plantas y los animales, entre los que se encuentra el ser humano, la cosa vuelve a cambiar. Pero de ahí a que seamos "seres superiores" hay un trecho un rato largo.

Decimos "homo sapiens", pero en muchas ocasiones a lo largo de la historia el ser humano ha demostrado tener muy poca sabiduría, y aún hoy en día seguimos siendo una especie con cierto grado de inteligencia pero inmadura a más no poder. Sólo hay que observar el cielo por la noche para darnos cuenta de que estamos en un planeta que no es más que una mota de polvo en la Vía Láctea. Una perla azul si se la observa desde el espacio exterior, lo suficientemente grande como para albergar muchísima materia inorgánica y una gran diversidad de formas de vida, sí. Pero diminuta para la galaxia y el universo en que ésta se encuentra. Que nuestro Sistema Solar es una ínfima parte del cosmos, nada más.

Si sólo fuéramos conscientes de lo insignificantes que somos, en mucho ganaríamos como especie. Pero la humildad colectiva es algo lejos de ser una realidad, y preferimos ignorar este hecho tan simple. Desde que empecé a tomar consciencia de esto, tengo la imagen de que, comparativamente, nuestro planeta muy bien podría ser una célula (o algo incluso mucho más pequeño como un simple virus, o incluso más aún, algo como un átomo) en un organismo gigantesco desde nuestra perspectiva. Entonces, ¿quién nos dice que nunca habrá algún "sistema inmune cósmico" que decidirá que sobramos y nos barrerá cual molesto agente infeccioso?

¿No da que pensar el tema de que un día se puede morir el sol y mandar a hacer puñetas este "barrio" que llamamos Sistema Solar, o que incluso mucho antes de que eso suceda, que llegue un asteroide, impacte con la Tierra, y "este cuento se ha acabado"? Hay muchas teorías, entre ellas la de que lo del asteroide ya sucedió y causó la extinción de los dinosaurios, aunque permitió que un nuevo camino evolutivo condujera al "dominio" de ciertos mamíferos bípedos que lograron adaptarse al entorno. Si sucede algo así de nuevo, muy bien podría ser que esta vez no queden condiciones para que la vida de vuelva a abrir camino. (Vuelvo a parafrasear Parque Jurásico, pero es que esa frase me encanta, resume muy bien lo de la evolución, XD).

En fin, que un poco de humildad ante la grandeza cósmica no le vendría mal a este rincón de la galaxia. Parce que el "ego humano" es casi tan inmenso como el universo en el que habita, y a día de hoy parece ser que este hecho abre un abismo insalvable para lograr un cambio positivo. Una verdadera lástima...

4 comentarios:

  1. ¡Hola! Yo aún diría más, somos tan insignificantes que ni siquiera somos capaces de entender de que va todo este embolado en el que estamos metidos, y nunca lo entenderemos, mientras no seamos capaces de aceptar que estamos vivos por puñetera casualidad, y que el hecho de que existamos se debe a un cúmulo de factores tan improbable que aquí nos ha dejado, sólos, preguntándonos qué leches hacemos aquí, cuando esa pregunta ni siquiera puede que tenga respuesta, porque se debe al simple azar.

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  2. ¡Hola, Kamechan!
    Sí, tienes toda la razón. La inmensidad del universo podría enseñarnos tanta humildad!!

    Es como cuando duermes a la intemperie en el campo: te acuestas boca arriba, separado del suelo a penas por la esterilla y el saco y notas como la Tierra debajo de tí está aún caliente por las horas de sol y arriba el firmamento te aplasta, inmenso, te levantas para ver si es sólo tu percepción, pero no: ves que la línea del horizonte forma un círculo gigantesco alrededor de donde te encuentras y a partir de ella hacia arriba y como una gran cúpula, se expande el cielo. Es una sensación maravillosa y que a la vez intimida: te sientes tan pequeño!!

    Da un poco de vértigo y te agachas. Respiras hondo y entonces te vuelves a tumbar para disfrutar de la revelación. Intentas volverte plano, unirte con el suelo, con la Naturaleza y poder fundirte con el universo. Entonces te das cuenta de que formas parte de él, insignificante y esencial... siempre que alcances la armonía que ahora te invade. Piensas en retener este conocimiento, en ser otra cuando vuelvas a la ciudad. Pero todos estos buenos propósitos terminan quedando en el olvido y no hay armonía posible cuando el cielo se ve reducido al hueco que se ve entre los edificios y está empañado por la contaminación y la luz nocturna. Es la pescadilla que se muerde la cola: si no ves la Naturaleza no la puedes amar de la misma manera y si no la amas como merece, no harás por verla. Ella nos puede enseñar tanto!! Como tú dices, es siempre eso lo que nos enseña, la humildad. Hace lo posible por integrarnos, por decirnos que somos parte de la familia y nosotros, ¿qué hacemos? La rechazamos con nuestra arrogancia. Dejamos de sentirnos parte de ella y como quien se aleja de una madre antes de que ésta le transmita su saber, no encontramos el camino para estar sanos y felices, somos seres descarriados que hacemos daño a los de nuestra especie y nos creemos más que nadie. Qué malcriados y prepotentes!! Y qué irrisorio cuando creemos que no hallamos vida en otros lugares porque esa vida no es como nosotros o como las formas de vida terrestres!!

    Deberíamos mirar más el firmamento. Sin duda, gracias por este post, Kamechan. Un abrazo!!

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  3. Los seres superiores prefieren pensar que la insignificancia es un concepto abstracto. He disfrutado con esta reflexión bio-existencialista. Somos puntitos... ¿o un puntazo?

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  4. Ays, ¡que me hacéis subir los colores! ¡Qué subidón de moral! XD. Gracias por las aportaciones realizadas hasta el momento (y por si llegan más, gracias también, XD).

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