viernes, 29 de enero de 2010

Elements


Como químico, siempre he creído en los elementos de la tabla periódica, que son muchos más que los famosos 4 elementos griegos. Y sin embargo, es cierto que en este planeta la tierra, el agua, el aire y el fuego son una especie de cuatro pilares sobre los que se sustenta el mundo.

El núcleo, sin ir más lejos, lleno de magma fundido, es literalmente el fuego interior que da calidez al errante azul. Además, el fuego solar también da calor y luz a la Tierra, que está situada a una distancia adecuada del Astro Rey para albergarnos a los hijos de Gaia.

En la superficie, tenemos una corteza terrestre que contiene una enorme cantidad de agua, siendo de hecho esta última mucho mayor en cantidad (un 70% aproximadamente, si no me equivoco). Es así como el agua y la tierra constituyen el recipiente para las criaturas vivas que coexistimos en este mundo.

Y finalmente, una capa atmosférica recubre núcleo y corteza. Ese aire que respiramos porque algún organismo se adaptó a quemar el oxígeno generado por las plantas y permitió el avance evolutivo. Y la cosa estaba tan sabiamente equilibrada que mientras las plantas convertían el dióxido de carbono oxígeno, los organismos respiradores volvían a convertir ese oxígeno en anhídrido carbónico.

Y la cosa no acaba ahí. Porque esos “cuatro elementos” se combinan entre sí. De una tormenta, en la que cae agua en grandes cantidades, un rayo puede generar fuego. Tanto el agua como el fuego pueden destruir... para que luego la corteza genere nueva vida. El agua no sólo da vida a los seres vivos, también erosiona y moldea el entorno, como el viento, y cambios de temperatura hacen que se congele formando hielo o que éste se derrita. No me extraña, pues, que tierra, agua, fuego y aire fueran considerados elementales en la antigüedad. Es la magia de la Madre Naturaleza.

Luego vienen otras sutilezas. Cuando empezamos a reducir la escala de las cosas y comanzamos a comprender de qué están constituidos los seres vivos y los minerales. Y vemos que la complejidad se mantiene e incluso aumenta. Mientras un mineral está formado por átomos organizados de una forma precisa, y que por causa de las condiciones de temperatura, presión y demás pueden presentar variaciones particulares, un organismo pluricelular puede llegar a tener una serie de órganos con funciones muy específicas, cada uno de los cuales tendrá células con el mismo libro de instrucciones pero especializadas en distintas funciones. Es simplemente asombroso. Y al final, a escala atómica, hay un núcleo alrededor del cual los electrones están en órbitas, repitiendo así lo que sucede a nivel interplanetario con el Sol y los errantes que orbitan a su alrededor.

Ahí es cuando uno se pregunta si un planeta no será como una bacteria que ni sospecha que un organismo mucho más grande y complejo como un sistema planetario existe como si fuera una célula con su núcleo, y si un sistema planetario no podría ser equivalente a una célula dentro de un organismo aún mayor, también sin ser consciente de la enormidad del ente más gigantesco.

En fin, que desde el electrón más insignificante del átomo más recóndito hasta la inmensidad del universo, todo está conectado, y en este aislado rincón que llamamos Tierra, cuatro elementos rigen en gran medida nuestras vidas. Este post es, pues, un homenaje a ellos:

¡Admirad al fuego, respirad el aire, bebed el agua, sentid la tierra!

2 comentarios:

  1. Ojalá explicaran de esta manera tan bonita en las clases del instituto o0o0o. Milions de besets!!!

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  2. Sí, asi contado resulta más molon, dicha sea la verdad.

    Besiii

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