viernes, 20 de junio de 2014

Bourbon!!!



Hace 300 años, aproximadamente (exactamente, será el 11 de septiembre del 2014), que tenemos a los Borbones reinando en estas tierras. Fue aquél día de septiembre de 1714 cuando las tropas de Felipe V de Anjou entraron (¡¡por fin!!, debieron pensar, tras un largo asedio) en Barcelona, el último bastión de los Habsburgo en la Península Ibérica, para arrasarla y saquearla, y tomarla para la dinastía borbónica, junto con el resto de territorio peninsular (salvo Portugal, claro). Y desde entonces, que se dice pronto.

Pero lo peor de todo vino un siglo después, cuando dejamos pasar una oportunidad de oro para dejar de tener una monarquía chupando del bote. No fueron capaces nuestros antepasados de seguir el ejemplo de nuestro país vecino según se va hacia el norte. Y mira que llevábamos siglos así, aguantando mecha, y ya era el momento de cambiar las cosas. Pero no. Fuimos poco listos y nos fastidiaron con descaro.

Posiblemente la guerra contra la Francia del Bonaparte es uno de los despropósitos más grandes de la historia de Hispania. Porque ya me diréis. Un tipo que después de toda la movida de la Revolución Francesa se acaba autoproclamando Emperador, que ya tiene guasa, nos pone un rey, hermano suyo pero por lo menos bastante progre, y nadie se da cuenta de que al menos podremos gozar de las ideas de la Ilustración (y que ese hermano no se dejaba manipular tanto como Napoleón hubiese querido, que no era la marioneta que Le Petit Caporal quería tener aquí para mandarnos como si se tratase de otra provincia de su particular imperio). Pero ahora viene lo más desagradable de todo. Los habitantes ibéricos la lían parda un 2 de mayo y entramos en guerra ni más ni menos que con el ejército de Napoleón, que duró sus buenos 6 años (1808-1814), y hubo unas consecuencias de lo más funestas para la historia de este chiste de país. Goya la clavó al pintar sus cuadros negros, su ánimo fue casi premonitorio de lo que se avecinaba.
 
Porque lo peor de todo, lo más jodido, fue lo que vino después de esa guerra que debió dejarnos de nuevo destrozados (la de hacía un siglo ya debió de hacernos bastante pupa). Porque en Cádiz, en 1812, se redactó una Constitución que para la época debía de ser la leche (seguro que habría cosas mejorables, pero vamos, que debió de ser la promesa, por fin, del comienzo del verdadero progreso). Y todos tan contentos con eso de "¡Viva La Pepa!", ya que la dejaron lista un 19 de marzo... Hasta que llegó el hijoputa más cabrón que haya llevado la corona en estas tierras, Fernando VII, y dijo que de eso nada, que qué nos hemos creído, que volvemos al absolutismo más absoluto porque lo digo yo y a callar. O sea, que cuando se colocó la corona empezó a hacer rebajas. Maldito el día en que tuvo que convertirse en rey. Desde entonces fuimos de mal en peor, tuvimos a este capullo jodiendo la marrana un montón de años, para que luego su frescachona hija, Isabel II, tampoco reinara para tirar cohetes, y luego, el desbarajuste más mayúsculo, constituciones que vienen y van, no nos ponemos de acuerdo ni en el color de la mierda, y así nos va. Hasta montamos una República que no duró ni un año (¡¡11 meses!!) y tuvo 4 Presidentes, para volver con las gilipolleces, incluso con alguna dictadura por en medio.
 
Y así llegamos al siglo XX, que qué vamos a contar, con una Segunda República que duró lo que duró (lástima de no haber sabido tener una actividad parlamentaria adecuada y lo suficientemente bien organizada, supongo), que fue enviada a freír espárragos por el ejército sublevado y dirigido por "un fresco general que venía de Galicia". Mala hora tuvo que ser aquella en que acabó la Guerra Civil, triste, terrible y destrozadora de familias, con la Segunda República despidiéndose de la Historia y la Dictadura diciéndonos que muy buenas, que no estoy de visita y me vais a tener que aguantar una jartá de años. Y por si fuera poco, ¿qué dictó el Inaugurador de Pantanos? Que cuando él muriera, que volvían los Borbones. Manda huevos...

Sólo tuvimos un poco de suerte con El Rey Don Juan Carlos, pues al menos jugó un papel importante en la Transición y nos salvó el culo el 23F diciendo que de golpe de estado nada, que seguíamos por el camino de la democracia y los exaltados, que se calmaran. Reconozcamos estos méritos al hombre. Pero claro, el resto de la Familia Real que mantenemos los contribuyentes con parte de nuestros impuestos, como que dan bastante hartura. Después de tantas peripecias, seguimos teniendo monarquía, y no hacemos nada para dejar de tenerla. Hasta cotilleamos con la nueva Coronación, las Bodas Reales cuando las hay, etc, etc. Si es que no sólo no tenemos remedio, además parece que no queramos tenerlo.

300 años separan al quinto Felipe del sexto, el que hoy empieza a reinar, y si bien muchas cosas han cambiado, no dejo de preguntarme qué sentido tiene seguir teniendo un rey, la madre que lo parió y toda la ristra de infantas, infantes, primos, urdangarines y braguetazos varios... En fin, mejor lo celebro con un Bourbon doble (no sé si captáis el sutil juego de palabras, jejejeje), para ver si, con el permiso de Felipe VI de Borbón, dejo de pensar en este sinsentido nacional que llamamos monarquía. (¡¡Perdonad, pero alguien lo tenía que decir!!)

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